Joana Raspall

Estimo les lletres
que formen els mots,
els llavis que els diuen,
i el cor que els entén…
perquè als mots hi ha
l’anima

de tota la gent

Detente un punto, pensamiento inquieto

Detente un punto, pensamiento inquieto;
la victoria te espera,
el amor y la gloria te sonríen
[...]
Rosalía de Castro

lunes, 22 de septiembre de 2008

Antes era así........

Hace una semana que los nenes van al cole, y ya estamos con las reuniones con las srtas. Que coñazo!. Y hay que ir, sí o sí. Y yo, que me canso con las reuniones ,que todas me parecen como las de la comunidad de vecinos , no vivo pensando excusas para dar .......tenemos mucho trabajo, más adelante, estoy enferma........y total es para quejarse de que el niño no estudia y decirme que lo llevemos a refuerzo escolar, o a cualquier sitio de los que van los nenes hoy día, logopeda, pedagogo, psicólogo, psicopedagogo.............lo normal vamos. Sitios que por dos clases de 45 minutos a la semana cuesta 300 eurazos al mes.
En mis tiempos estábamos todo el día en la calle. Pero no yo. Tooooooooooodos los niños de mi barrio con todos sus hermanos. Creo que no teníamos ni deberes, o yo no me acuerdo. si no estabas atento en la clase, o el profe te pillaba manía, te daba una ostia directamente, llamándote de Ud. y por tu apellido, y se quedaba más ancho que largo. Y con la mano abierta. Luego llamaba a tu casa para explicar su versión de lo que había pasado con el alumno/a. Mi madre, o padre que es igual, le daba la razón. Encima le decía que si tenía que castigarnos o darnos algún azote, que no sé cortara. Y para acabar, tal cómo colgaba el teléfono, me llevaba también la ostia de mi padre. Y eso era lo normal.
Pero logopedas, pedagogos, y demás gogós.........de eso no había. Todo lo más, las clases particulares en agosto con la Srta. Pauli, si llamaban mucho a tu casa, pa joderte también el verano.
Y estábamos tan ricamente en la calle cuando salíamos del cole. Y jugábamos subiéndonos a las porterías del campo de futbol, y no se caía nadie. Y tocábamos hierros oxidados, y llevabamos las manos sucias prácticamente todo el día. Nos tiraban la merienda por el balcón, y la compartíamos a mordiscos según nos gustara la nocilla o la mortadela. Bonis y phoskitos no tenía nadie.
Cómo me acuerdo de Íñigo........tan escrupuloso, y su madre siempre trabajando que ni merienda tenía. Tenía un hermano mayor, que se supone que le cuidaba, pero la verdad es que pasaba de él 20 pueblos. Eso también era lo normal.