De escalas, quien soy yo para hablar. La esmeralda, con romance de Beethoven mal escrito, la boca me duele de decir... es la piedra que se quedó en semi, no por falta de brillos, que es la más preciosa, sino por su fragilidad. Cuiden las tallas. No hay encofrador (ni para el caso engarzador), ni tallista, que no lo sepa. Y hasta el más torpe de los alumnos del taller, sabe que le subieron la nota por bella.
Y andan los zafiros, en infinita variedad de colores, ciegos ante tantas formas de tallaje. Llegarían a Fantasy perfectos si cambiaran la lupa por golpe de vista. A veces el ojo, miope de lejos, se vuelve experto en "jardines" de cerca.
Mientras me dure el temblor de las manos, no os dejo de escribir. Aunque mil veces me digas: "me pierdo con tus escritos". Os Regalaría la mina, pero no la tengo. Y tampoco os serviría.
La escala es fácil de aprender. Un tal Mosh.
Bonitos los topacios, pero hay todo un océano por delante de ellos. Y con cada golpe de vista, hay iridiscencia.
Y andan los zafiros, en infinita variedad de colores, ciegos ante tantas formas de tallaje. Llegarían a Fantasy perfectos si cambiaran la lupa por golpe de vista. A veces el ojo, miope de lejos, se vuelve experto en "jardines" de cerca.
Mientras me dure el temblor de las manos, no os dejo de escribir. Aunque mil veces me digas: "me pierdo con tus escritos". Os Regalaría la mina, pero no la tengo. Y tampoco os serviría.
La escala es fácil de aprender. Un tal Mosh.
Bonitos los topacios, pero hay todo un océano por delante de ellos. Y con cada golpe de vista, hay iridiscencia.
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